jueves, 10 de junio de 2010

Sigo esperando


La habitación estaba plagada de insectos. Dos horas aquí dentro eran demasiado para cualquiera. Nos empezamos a mirar cuando las cucarachas hicieron su entrada. Marcos tosía angustiado, varias veces me hizo señas, pero yo lo ignoraba. No quería que su absurda debilidad nos privara de semejante presencia.

Carlos, el dueño de casa, nos alentaba a seguir bebiendo, los tres estábamos borrachos y sabíamos que la estudiante vendría. Hacía años que queríamos conocerla y ese momento estaba por llegar. Marcos dejó de patearme y por fin habló.

-Esta misma noche de gélido frío, aquí reunidos tomando vino, conoceremos la leyenda.

Carlos, absorto, tomó un papel y empezó a anotar las preguntas que le haríamos. Yo solo tenía un interrogante, era de suma importancia y marcaría el resto de mi vida, o eso pensé siempre, pero no se la adelantaría a estos imberbes.

El rostro de Carlos demostraba una ansiedad plena, eso me puso feliz, me sentí identificado con su expectativa. El tiempo dejó de tener sentido, los repugnantes bichos nos asediaban y Carlos seguía abriendo botellas. Mi nula experiencia me decía que no vendría.

El reloj se movió con esfuerzo, las campanadas nos delataron, ella nunca se percató de nuestra larga espera. Carlos nos echó ofuscado. Marcos seguía tosiendo angustiado.

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