viernes, 26 de junio de 2009

Alicia en el país de las pesadillas

Si hubieran vivido con la misma rutina toda su vida, se habrían muerto del aburrimiento. Por suerte Ramón decidió cambiar a tiempo, aunque algunas cosas ya habían dejado de ser como eran, sobre todo el humor de Alicia, esa blanca sonrisa se dejaba ver sólo en cuentagotas, los años dorados se habían esfumado rápidamente.

Era una mujer alta y corpulenta, de carácter fuerte, si algo no era de su agrado lo hacía notar al instante, aunque tardó diez años en entender que la peluquería terminaría volviendola loca. La primera señal fue en Marzo, cuando bajo un intenso calor le arrancó de cuajo la oreja a Don Benito, su cliente más fiel.

Cuando ya se iba para el hospital totalmente ensangrentado, Benito furioso le gritó; loca!! nunca más manipularás las tijeras!! Alicia, impávida, le hizo señas para que antes de coger el taxi, agarrara lo que quedaba de su oreja mezclada con espesos rulos negros.

Ramón observó todo desde el fondo, no lo podía creer, necesitaba un trago y un abogado. Llamó a su letrado y quedaron en verse, en quince minutos, con Alicia presente. Iban a la cafetería de la esquina siguiendo el camino de pequeñas gotas de sangre sobre la acera, la mujer estaba en shock.

Una vez allí Ramón pasó a contarle todo al Dr. González que permaneció mudo escuchando perplejo. Todos los libros de leyes amparaban a Don Benito, anque no hay asunto alguno que no se arregle con un jugoso cheque, admitió el inescrupuloso Dr.

Fue un esfuerzo conseguir el dinero aunque la peluquería andaba bien por esos tiempos, evidentemente después del trágico episodio los clientes escaseaban. No había tiempo y se decidió, de una día para el otro, cambiar a pizzería. Pizza Party era el nombre escogido. Ese debía haber sido el rubro desde el principio.

Durante aquellos días, los primeros de la era de la pizza, Alicia estaba feliz, amasaba por horas con cara de contenta, cuando terminaba, hacía los deliverys. Siempre había estado detrás de cabelleras ajenas, con los años había enloquecido, día tras día un poquito, hasta el colapso final.

Las semanas posteriores fueron tranquilas, silenciosas, se la veía satisfecha pero agotada. Por último gritó; quiero una grande de muzzarella con fainá!!

miércoles, 24 de junio de 2009

Buenos vecinos

Vivo en un edificio vacío de simpatía, triste pero cierto, como joden estos inadaptados de vecinos, pretenden convivir libres de sonidos a 5 mts de distancia, por favor, están todos locos.

Si tengo ganas de fumar un habano y pasar un disco, punto. No me vengan después con sus detectores de humo y otras tontas amenazas de policía, vamos, es de frente, dejen dormir al portero, toquen la puerta, me cansa lo invisible.

¿Para qué cierran las persianas?, todo lo contrario, ¡e-s-c-u-c-h-e-n!, son las 7, el sol acaba de caer, un poco de golpes africanos no lastiman a nadie, vengan, anímense y acompañen los vientos, el saxo está que explota.

¡Arriba! suban el volumen, ¿qué tienen bajo el polvo para ofrecer? Un tango vendría bien, ¿algún jazz o rock, quizás?, ustedes eligen, pero denle al play e abran las ventanas, hay que pintar de color a este oscuro pulmón.

Si están vagos, tranquilos, no hay pena.

Yo empiezo:


miércoles, 17 de junio de 2009

2 con 20

Su vida es un sueño que no recuerda.

Todas las mañanas despega vía metro con destino al ombligo de la ciudad. Cuando viaja, su cara de marmota refleja poco tiempo de buen descanso, aunque una exrema lucidez tratándose de las primeras horas de la madrugada. Quienes lo conocen y compartieron vagón comentan que no le gusta llamar la atención en público, nunca va a molestarse y exclamar un "estás empujando, nene", todo lo contrario, que es más de un estilo "siéntense en mi lugar, señora".

Igual Jorge no es ningún gil, lo sé, cuando espera sobre el andén siempre pone en práctica la misma estrategia, y le funciona a la perfección, es simple, se para cerca de la mujer mas exótica que pueda encontrar, "mejor viajar acompañado de un buen par de tetas y contar cada parada del tren" ríe. Sus ojeras no lo ayudan mucho, suele parecer que ha tomado 5 cafés y la misma cantidad de tranquilizantes, pero Jorge igual se mantiene quieto, se sujeta firme al lugar, observa y examina a cada uno de los pasajeros, huele la falta de oxígeno, respira y se traslada por inercia hacia delante.

Hay quienes prefieren viajar en bondi para observar la superficie, Jorge no es uno de aquellos, elige el bajo fondo y todos sus exponentes. Se siente cómodo rodeado de ciegos dispersos por las escaleras, de músicos de todo verso, comerciantes y niños, hombres, mujeres... pobres, la famosa mugre debajo de la alfombra que sólo se ve por tv. El es muy mañoso, suele comprar cada birome apoyada en su pierna, nada más, sin importar el poco dinero, aunque ultimamente está cansado de ayudar siempre a los mismos y ahora solo aplaude en grupo. Tiene miedo de que los otros vendedores se den cuenta y lo acusen de ser rata de otra alcantarilla. "¡Jamás!".

No importa lo poco que haya dormido. A cada cantar del gallo, abre un ojo y toma unos dos pesos con veinte separados de la noche anterior. Lo extraño es que nadie sabe que Jorge, cada mañana, abandona el hospital psiquiátrico y sale a pasear en tren por la ciudad.

martes, 2 de junio de 2009

Bandidos de Alta Mar

Si trabajás de cajero en una licorería de USA y algún cliente de joven apariencia tratara de comprarte por decir 2 vodkas + unos puchos, no te apures a darle el cambio, pedile tranquilo su documento, que poco importa si te engañan con uno trucho de letra chica made at home, dejala pasar, lo importante va a ser detectar cualquier control policial posible. Por ley, los infiltrados de azul tienen que decir la verdad ante la simple e ingenua pregunta “¿Cuántos años tenés?”, si la equivocan y mienten de nada lo sirvió, todo sale en la lavada, eso dicen, las buenas leyes hacen el buen equilibro.

Algo parecido se da en Internet. Hay ciertos sitios que aún se debate (?) si son piratas o no, los típicos que hablan de discos o películas y te ponen el archivo a un simple click de distancia, pero ojo.. siempre en un servidor ajeno. Un poco de Jabón y lavada de manos con toalla seca incluida. Igual pasa en cómo hacen los piratas de un ojo en alejar a sus enemigos, aquellos modernos que aspiran a navegar y comercializar libremente sin bandidos por alta mar.

Hay una técnica usada comunmente por estos sitios hipertextuales que consiste en respaldar sus acciones en base al gancho de Bill Clinton del Internet Privacy Act de 1995. Lo curioso es que este proyecto nunca llegó a implementarse. Vean por ustedes mismos. Hecha la ley, hecha la trampa.

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