miércoles, 21 de marzo de 2007

El Italpark



En 1960, la familia Zanon proveniente de inmigrantes italianos, abrió en la Ciudad de Buenos Aires lo que se conocería popularmente como el Italpark. Un parque de diversiones destinado a competir con los mejores del mundo, que fue situado en el corazón del barrio de Recoleta, justo enfrente a la intersección entre las avenidas Callao y Libertador, en el antiguo Parque Japonés.

En sus 30 años de vida, llego a tener 35 atracciones electromecánicas consideradas de primer nivel, todas provenientes de Italia (de ahí su nombre), cultivando a muchas generaciones con altas emociones y mucha felicidad durante épocas muy difíciles en la Argentina.

En mi caso, aun me es extraño pasar por el viejo predio, donde hoy esta situado el Parque Thais y no poder encontrarme con la bizarra boleteria de forma de castillo, llena de muñecos que siempre me dieron la impresión de ser satánicos. El no poder ver al imponente pulpo verde con gente atrapada en sus temibles tentáculos, o el escuchar gritos eufóricos desde las oxidadas montañas rusas cuando sus carros entraban en caída libre. Es que, las sensaciones que producían estos juegos, no eran comparables con ninguna otra opción que ofrecía la ciudad. A las plazas iban a jugar los tranquilos, y contrariamente, el Italpark, pertenecía a todos aquellos que ya buscaban adrenalina en su temprana edad.

El final, llego el 29 de junio de 1990, día que ocurrió un terrible accidente en el juego Mattern Horn (el de los carros girando sobre un eje), que lamentablemente termino cobrándole la vida a Roxana Alaimo, una chica de tan solo 15 años. Por supuesto, la clausura del parque no tardó en llegar, para terminar cerrarando sus puertas de una horrible manera y nunca más volver a abrirlas.

La falta de inversión y asistencia técnica de la empresa, mas el inexistente control por parte del gobierno, fueron causa directa de la muerte de Roxana y dejaron como daño colateral la destrucción de un sueño echo realidad que se heredaba entre generaciones. Es así que, me cuesta creer que pertenezco al último linaje que pudo subir y asustarse en su tren fantasma, bailar en el samba ochentoso o cruzar el parque en el imponente teleférico.

La verdad que desde entonces jamás volví a comprarme un algodón de azúcar.

nube.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Este colectivo va al italpark? bueno que se divierta mucho!!!
o, vas al Italpark?
bueno, llevame esta!!!

estos chistes no tendrian sentido si nunca hubiera existido el Italpark...

gracias nuve por ser un ser tan sensible.

Anónimo dijo...

uhhhh como me acuerdo de el italpark...

que nostalgia me da
que buen recuerdo

el tren fantasma infaltable.
nostalgia pura

Anónimo dijo...

Que bueno el italpark!!

Anónimo dijo...

lo que seria hoy el italpark con nosotros a estas edades.uh que lindo imaginar esoo, recordemos que el parque de la ciudad , una especie de italpark mas grasa jaja, tambien cerro sus puertas hace un par de años...Asique propongo despues de lo hecho por nube un minuto de reflexion para la diversion electronica...

Anónimo dijo...

un minuto de silencio en honor al ilatpark...

Anónimo dijo...

yo fuí siempre un niño adicto al Italpark. Que ironía que en segundo año de la secundaria, en 1993 conocí a un chico con quien luego nos hicimos amigos; él había estado en la fila del matter-horn justo cuando Roxana murió.

De más esta decir que él quedó traumado por la tragedia y ello influyó en el desarrollo de su personalidad.